Hoy es Navidad. Una festividad cristiana que pocos no celebran en nuestro país. Incluso aquellos que alardean su falta de creencias. Se trata de una noche en la que se conmemora la llegada de Cristo, el nacimiento del Redentor, de aquél que purificará el pecado de los humanos permitiendo su entrada en el paraíso. Y todo esto, lo consiguió a través de la entrega y el sacrificio. Es de las primeras y más relevantes facetas de la Historia en la que el sacrificio por los ajenos, en este caso del Hijo de Dios por los hombres y mujeres, es llevada hasta el extremo.
Hay quienes cuestionan el relato y su significado desde la perspectiva de que en la Historia ha habido muchas personas que se han sacrificado por otras, alejando al detalle en la confusión de los muchos. Sin embargo, obvian dos aspectos fundamentales. El primero es que se trata de un sacrificio voluntario y conocido, a la vez que evitable. El segundo que quién lo hace representa la encarnación de Dios en la Tierra a través de su Madre María.
Independientemente de las creencias de cada cuál, este mensaje que hoy es vida y que en unos meses se convertirá en su recuerdo en el sacrificio del que hoy será nacido, estamos ante un mensaje mucho más revelador de lo aparente. Sólo a través del sacrificio personal por los demás, del trabajo y esfuerzo dentro de la colectividad para sumar, para conseguir avanzar por los derechos y libertades, por aquellos que más lo necesitan, por aquellos que siendo pobres pueden ser los más ricos en amor y en entrega… Sólo así conseguiremos nuestros objetivos como Humanidad.
Son muchas las ambiciones que ostentamos como personas en sociedad, muchas las luchas por conseguir en la jungla de la vida un reconocimiento a nuestro valor y a nuestros esfuerzos. Pero, independientemente de lo que cada uno consiga para sí mismo de nada servirá si no sirve para todos, si no alcanza el nivel de útil, de justo. Cuando en una organización o en una sociedad el esfuerzo es común todos ganan y los objetivos se cumplen.
Cuando en la misma organización o sociedad cada uno lucha por sus ambiciones olvidándose del bien común todos perdemos porque incluso el que gana, si lo hace, porque sería mucho más difícil conseguirlo, lo hace en la soledad de su ambición y de su egoísmo olvidando que la verdadera utilidad y objetivo de cualquier organización o sociedad no es sino que todos trabajen, todos aporten y todos ganemos.
Sólo el esfuerzo y sacrificio de todos y todas traerá como consecuencia que aquellos que más capacitados estén para representar los intereses de los demás ganen, ganando todos con ellos o ellas en nuestras vidas y en el desempeño de nuestros objetivos.
La sociedad española es diversa y plural, como diversos y plurales pueden ser cualesquiera dos personas porque la verdadera identidad humana sobrepasa las diferencias personales y se centra en una dignidad que no debe ser por nada alienable. Cuando hablamos de un Estado, de un país como España, hablamos de cerca de cincuenta millones de identidades, de cerca de cincuenta millones de almas con sus características propias, con sus anhelos y con sus esperanzas, con su lucha diaria y con su dignidad.
El problema en nuestra sociedad es que las ambiciones se comparten en demasiadas ocasiones y se hacen contra los otros, en vez de a favor del proyecto común. Más allá del Amor de Cristo que se puede celebrar estos días en el que se conmemora su nacimiento la cima de la virtud de la convivencia, va mucho más allá del respeto y sobrepasa la necesaria sinergia en la que aquellos que tienen más capacidad para aportar al proyecto así lo hagan porque recibirán como recompensa que sus intereses serán mucho más elevados en el tiempo porque será en ese proyecto común en el que encuentren la compañía que les ayudará a alcanzar todos sus objetivos.
En unos tiempos en los que, desde el mismo Gobierno, se lanzan consignas que animan a los que enarbolan el objetivo del separatismo, de la exclusión en la construcción de un futuro ilusionante; en unos tiempos en los que la imposición y la exclusión de los debates, de las decisiones, de aquellos que piensan diferente se hace norma; en unos tiempos en los que las imposiciones ideológicas focalizadas en polos opuestos amenazan a nuestra convivencia y hacen uso del pasado para fomentar el odio y la imposición de la razón no razonada ni razonable… en estos tiempos surge en la Navidad la llama de la esperanza y el mensaje del sacrificio de las ambiciones para la construcción de un país y un mundo donde quepan todos y todas las almas con su dignidad intacta.
Feliz Navidad y que el espíritu de estas fiestas os contagie de felicidad y prosperidad. Asimismo que os aleje de cualquier contagio dañino para vuestra salud y/o para el camino que nos lleve a aportar con lo mejor de cada uno lo mejor para todos y todas.