Es tiempo de asumir la necesidad de integrarse en una simbólica empatía para poder entender lo que estos días está sucediendo en la política española, especialmente en relación a lo acontecido con Ciudadanos en Murcia y la repercusión que esto ha tenido en otras comunidades y a nivel nacional para el partido naranja.
Y hablo de empatía porque la situación que se ha producido no es fruto sino de una situación muy concreta. Imagínense que forman parte de un Gobierno de coalición pero no ostentan la presidencia ni la mayoría de consejerías. Imagínense que en el ámbito de ese Gobierno se producen muchos movimientos extraños de los que ustedes piden explicación y no la reciben. Imagínense que su socio de Gobierno decide vacunar, por encima de los criterios establecidos para todos, que pasan por administrarla en primer lugar a los grupos de más riesgos y teniendo en cuenta que el número de vacunas es limitada a, como mínimo cerca de 500 personas, la mayoría altos cargos de ese partido con el que comparte Gobierno. Imagínese que pide explicaciones y nombres de vacunados y se le niega toda información. Imagínese que tiene acceso a carpetas y carpetas de documentación gestionada por su socio de Gobierno y que, tras pedir explicaciones y no recibirlas, decide denunciarlo. Imagínese que como represalia recibe de su socio de Gobierno una querella criminal.
Imagínese que, además, usted forma parte de un partido y un proyecto político en el que se lleva por bandera la lucha contra la corrupción y que es el único partido, que se conozca, en el que ninguno de sus cargos ha optado a recibir la vacuna cuando no le correspondía exigiendo y poniendo como exigencia la renuncia de aquellos que lo hicieran y la expulsión del propio partido de aquellos que tuvieran y cayeran en la tentación de vacunarse. Imagínense que su partido, a nivel nacional, ha intentado que la dirección de ese otro partido con el que gobierna intervenga en la situación dada con los que comparte Gobierno para aclarar todas estas circunstancias, que les recuerdo incluyen serias irregularidades, y que ese partido, con una historia de corrupción reciente y de condenados larga y extensa, hace oídos sordos.
¿Qué cree usted que debería haber hecho en esta situación? Si usted decide salir de ese Gobierno dejaría en el poder a aquellos que han cometido todas esas barbaridades y les dejaría vía libre y sin su control para que lo hicieran con mayor impunidad. ¿Cree usted que presentar una moción de censura con el objeto de apartar a estas personas del poder en su Comunidad no es lo más apropiado? ¿No cree que tiene usted una responsabilidad directa y que de no hacerlo se convierte en cómplice de todo lo que están haciendo? ¿No cree que ha intentado por todos los medios posibles evitar esta situación con el diálogo y con la posterior denuncia? ¿No se da cuenta de que no le queda más honrosa salida que impedir que estas personas sigan dirigiendo la política de aquellos ciudadanos que depositaron su confianza en ellos?
Pues lo sorprendente aún de este asunto es que de lo que se habla desde el principio y en estos momentos no es de ese Gobierno presuntamente corrupto, no se habla de las vacunas, de la dejadez y desinterés de la dirección nacional del PP por aclarar y apostar por la transparencia y por la lucha contra todo tipo de corrupción, no. El objetivo es la descalificación y el menosprecio y el ataque a la formación que ha actuado a favor de la honradez y de la honestidad, de aquello que lleva por bandera.
Pero es que Ayuso aprovecha la ocasión, aún sabiendo sobradamente que su Gobierno no va a recibir ninguna moción de censura ni apoyo a ninguna de ellas por parte de su socio de Gobierno, Ciudadanos. Y, además, hacen creer, con la complicidad del PSOE, que eso podía suceder y desata una convocatoria de elecciones y destituye a todos sus consejeros de la formación naranja. Pues miren ustedes, a mí lo que más claro me queda es lo incómodo que resulta Ciudadanos en la esfera política, recogiendo votos de ese bipartidismo que tanto lo necesitan para reforzarse frente a Podemos y Vox, y lo incómodo, por el control que ejerce, de un partido que no permite ninguna irregularidad en los Gobiernos. Vaya, pero de esto no se habla. Todo esto huele a un plan urdido no entre Cs y Ferraz sino entre Ferraz y Génova para acabar con Ciudadanos y nutrirse de sus necesarios votos. Y es que todo se ha producido casi como programado, preparado, como el juego de tirar fichas de un dominó previamente colocado a tal efecto.
Y, claro está, luego tenemos a un partido como Vox que no ha hecho otra cosa que mostrar su verdadera cara ante la corrupción al no apoyar que Ciudadanos presentara esa moción en Murcia porque para ellos es más importante la ideología que la corrupción cuando ésta la lleva a cabo un partido de su espectro político. Qué bajo ha podido caer Abascal, que dándose golpes de pecho se sumergió en el proyecto de VOX, después de “mamar” sin trabajar decenas de miles de euros de un chiringuito del PP. Ah, vale, ya va quedando claro que lo que le molestaba no era la corrupción ni los chiringuitos del PP sino que perdiera parte de su extremismo político y que el Cid Campeador dejara ser ídolo de masas de las juventudes del partido dispuestos a ir a todos sus conciertos.
¿Pero en qué clase de país estamos que se trata de castigar la honradez, que se trata de sofocar a aquellos que demuestran en las instituciones un ejemplo de transparencia, de auto exigencia en sus actuaciones políticas y hasta en los comportamientos personales de aquellos que representan a través del mismo a los ciudadanos? Y esto no quiere decir que todo el mundo tenga que estar de acuerdo con las decisiones de Arrimadas o con el proyecto político o las decisiones políticas que tenga el partido naranja, se trata de ajustar la dignidad política a su justa medida premiando, al menos con el respeto, al único partido limpio de corrupción y dudas sobre ella. El único partido que no mide estratégicamente sus decisiones si con ello no ejecutan acciones a favor de los ciudadanos, para mejorar la vida de las personas de este país desde una óptica liberal y progresista en lo social.
Decía el diputado de Ciudadanos en Andalucía Fran Carrillo el otro día “estoy hasta los cojones de todos nosotros” refiriéndose a la clase política, a los partidos y al propio. Yo hoy diría que tenemos razones para estar todos hasta los cojones de nosotros mismos después del espectáculo mediático y los razonamientos de muchos contertulios bien pagados, por no hablar de muchos madurados al calor económico de uno u otro partido, o incluso con aspiraciones a serlo y la poca capacidad que tenemos como sociedad de reaccionar a tanta manipulación de la realidad, a tanta defensa del fuerte porque el presunto débil no tiene derecho a enfrentarse a él.
A todo esto debemos de sumar los bien pagados tránsfugas que han posibilitado, con el apoyo y acuerdo, y previo pago, al menos en especies y consejerías, de la traición de tres miembros de Ciudadanos, un tamayazo escandaloso con focos y una teatralización que pretende hacerlo normal. Tres personas que, tras dos horas de reunión del partido de Arrimadas con los seis diputados de la formación murciana, y tras dejar claro que si no había unanimidad no se presentaría la moción de censura, que firman la moción convencidos de su conveniencia… cambian de opinión tras ser untados desde la misma dirección nacional del PP. ¿Y a nadie le parece esto escandaloso? ¿A nadie le parece evidente lo sucedido?
Ojo, y no hay que exonerar a Ciudadanos de su parte de culpa. Considero que se han cometido en los últimos tiempos, incluida la campaña electoral en Cataluña, enormes errores en su estrategia política y muy especialmente en su estrategia de comunicación. No haber sido capaces de exponer con anticipación a nivel nacional la situación en Murcia, no haber escenificado su desacuerdo y enfado con la negativa de la dirección del PP de intervenir, poner orden e investigar qué sucedía en Murcia, no exponer y señalar que el Partido Popular pasaba por alto esas vacunaciones en situación de privilegio y todos esos asuntos ahora en poder de la Justicia… han sido determinantes. No hubo una estrategia ni una comunicación, ni mucho menos, a la altura de la gravedad de lo que estaba ocurriendo y terminó por acontecer.
También hay que señalar cómo y de qué manera personas como las que han traicionado a Ciudadanos en Murcia pudieron ocupar el lugar que ocuparon en listas y en el Gobierno de la Comunidad. Mucho menos cuando fueron acusados de irregularidades en las primarias en las que fueron elegidos, asunto que acabó en los tribunales. Ya había, pues, conocimiento de la calidad democrática y de los valores que estas personas podrían representar, cuando no a lo que serían capaces de llegar por conservar sus puestos, privilegios y futuro político. Aunque esta es una enfermedad endogámica en la clase política en general no era de esperar del espíritu que emana del proyecto político del grupo naranja.
El lunes Arrimadas ha convocado a la ejecutiva del partido. Estamos aún en mitad de la batalla convertida en guerra en Madrid y no todo está decidido. Cabe esperar que la cordura se deposite en los ciudadanos de este país y en la necesidad de un partido de centro como Ciudadanos en España y el importante papel que ejerce no sólo de control en las instituciones sino de apuesta por la moderación, el diálogo y las políticas económicas y sociales que necesita más que nunca este país para salir de la enorme crisis en la que nos han dejado caer los que Gobiernan el país y la oscuridad que se vislumbra en otras apuestas políticas que amenazan con entrar en otros gobiernos autonómicos y locales.
Ciudadanos tiene un gran trabajo que hacer y muchas cosas que corregir en las formas en las que hace las cosas, pero no es criticable en lo que ha hecho, sino todo lo contrario, digno de elogio.